1 "¿Charleston, Illinois?" pensó la gorra sorprendida. "¿Ahora qué? Aquí pensé que tenía oportunidad de regresar a la costa otra vez, ¡y estoy en medio de algún poblado en el Medio Oeste! ¿Cómo volveré a ver a Keith?" La gorra daba vueltas para limpiarse, en la cama donde el hombre la había dejado. El hombre y su esposa habían dejado el cuarto. "Probablemente para conseguir algo para comer," la gorra pensó con un gruñido. "Nadie piensa nunca en las gorras hambrientas."
2 La gorra descansó en la cama durante un par de horas cuando escuchó el chasquido del pomo de la puerta abriéndose. "¡No puedo creer que la encontraste!" oyó decir a un niño pequeño. "¿Podría ser Douglas?" pensó la gorra. Se escuchaba como él.
3 "Sí, Douglas," dijo el hombre. "Estaba atascada bajo un montón de hojas en el patio. Nos olvidamos totalmente de ella el día que te torciste el tobillo."
4 Era Douglas. La gorra estaba emocionada. Doulgas se acercó a la cama y la recogió. Meciéndola en sus manos, él dijo, "Lo siento mucho, gorra. El tobillo me dolía demasiado, me llevaron a la Sala de Emergencias del hospital. Luego nos fuimos a casa. Tuve que dejar de caminar durante más o menos dos semanas y usé muletas. Para entonces me olvidé de tí. ¡Qué clase de amigo soy! ¿Pero por qué te estoy hablando? No puedes entenderme."
5 La gorra quería inclinar su visera o hacer algo para que el niño supiera que en realidad lo entendía. Pero pronto, ella estaba sobre la cabeza del niño, con una vista panorámica.
6 "¡Vamos, abuelito!" dijo Douglas.
7 Ellos agarraron una canasta de día de campo y se dirigieron hacia el carro. Manejaron por la Carretera 130 de Illinois hasta que llegaron a un área para acampar desde donde se miraba el Lago Charleston. Douglas se sintió emocionado cuando se soltó el cinturón de seguridad y salió del carro dando tumbos.
8 "¡Tío Keith!" Douglas gritó mientras corría hacia un hombre alto, de cabello oscuro.
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