1 Las libélulas son pilotos de primera clase. No sólo vuelan rápido, sino que también tienen un excelente control de sus maniobras a mitad del aire. Cuando vuelan velozmente a lo largo de los bancos de los ríos o en tierras pantanosas, mantienen sus patas espinosas hacia el frente formando pequeñas canastas para atrapar insectos voladores. No viajan sin rumbo fijo, esperando que un desafortunado insecto de alguna manera caiga en su trampa. Más bien, saben exactamente a dónde ir. Las libélulas tienen dos ojos compuestos muy grandes, que cubren la mayor parte de su cabeza. Pueden ver muy bien, así que el movimiento más ligero no se les escapa. En cuanto encuentran un objetivo, lo persiguen, lo atrapan, y lo devoran. ¡Completan toda la serie de acciones mientras están en pleno vuelo!
2 Por supuesto, la rapidez y constitución única para el vuelo de las libélulas no pasan desapercibidas. Entre todos los insectos, poseen el récord de dos títulos. El primero es por su velocidad. Las libélulas son los insectos voladores más rápidos del mundo. ¡Al batir vigorosamente sus cuatro alas membranosas y largas, pueden acelerar hasta 60 millas por hora! El segundo es por sus ojos saltones.
3 Las libélulas poseen unos ojos tan grandes que ningún insecto está siquiera cerca de tratar de desafiar este derecho. ¡Tienen un campo visual de casi 360 grados!
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