1 Los ojos de Charlotte brillaban y no podía quedarse quieta. Miraba por la ventanilla del automóvil mientras pasaban entre las montañas. No eran demasiado altas, pero sí bastante. Las hojas siempre cambiaban de color primero en ese lugar. A Charlotte le encantaba ver cómo los árboles cambiaban de color porque eso significaba una cosa: ¡era la estación de las manzanas!
2 Si Charlotte tenía que elegir el alimento que más le gustaba ¡eran las manzanas! No podía esperar a morder la primera del año. Se le hacía agua la boca de pensar en el jugo dulce y la pulpa blanca del interior.
3 El huerto estaba en la parte superior de una montaña baja y arbolada. El camino era sinuoso a medida que ascendían lentamente hacia la cima. Charlotte incluso pudo ver cinco pavos salvajes grandes. Esto era realmente estar en el campo. Finalmente, llegaron al huerto.
4 Charlotte respiró profundo al bajar del automóvil. ¡Hasta el aire olía a otoño! Intentaba decidir a qué olía el otoño. Tal vez un poco a humo y bellotas aplastadas. También olía a sidra fresca de manzanas trituradas y a manzanas que caen de los árboles por el viento. Olía a mañanas frías y tardes calentadas por el sol. Olía a muchas cosas, pero todas juntas hacían el otoño.
5 La familia entera caminó hacia el cobertizo bajo y largo para buscar las manzanas. Ya había varias clases para elegir: McIntosh, Honey Crisp y Gala, pero las que más le gustaban a Charlotte eran las Gala. Parecía el nombre perfecto para una manzana que celebraba una nueva estación.
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